jueves, 9 de septiembre de 2021

EL ESPÍA DEL INCA

 

La novela El espía del inca (2018) se emparenta con el género de detectives, tal como afirman su autor y muchos críticos, porque el misterio a develar es la forma en que se concreta la muerte de Atahualpa. Desde el inicio de la novela, sabemos que se urde un plan para liberar al Inca, el cual tiene como protagonista al personaje principal de la novela: Yunpacha, el espía del Inca. En ese sentido, como lectores, nos mantiene en vilo saber ¿cómo es que pudo fracasar ese proyecto, si la estructura dirigencial incaica que muestra la novela es sumamente sofisticada y eficiente, capaz de esa y muchas otras proezas?

He empezado de manera abrupta esta breve reseña porque me parece que la reflexión previa permite comprender tanto los aciertos como las limitaciones de la novela de Rafael Dumett. Bruno Isla Heredia, en Lee por Gusto, ha identificado ciertas inconsistencias, sobre todo hacia el final de las 777 páginas (en la segunda edición de Lluvia Editores). Es cierto, la manera en que se responde a la pregunta planteada inicialmente, a nivel de actos concretos de los personajes, hacia el final de la historia, es desacertada. Sin embargo, si pensamos la pregunta en un sentido más amplio —¿por qué el imperio inca fue vencido?, ¿por qué se produjo la muerte de Atahualpa?—, la novela sí que responde y con creces. Pues recrea ficcionalmente la compleja estructura social, cultural, económica y política de las postrimerías del imperio incaico. A continuación, intentaremos clarificar los elementos subrepticios que ocasionan las inconsistencias del final y algunos cimientos que sostienen el magnifico mundo ficcional creado por Dumett, en diálogo con algunas reseñas publicadas en la red.


El espía del inca
es una novela épica, pero solo si entendemos este concepto en toda su complejidad actual, auspiciada por la sociedad del espectáculo. De allí, por ejemplo, que expresiones repetitivas, perífrasis, epítetos y frases formulaicas sean necesarios para otorgarle a la trama cierta sistematicidad que nos inserte al mundo ficcional, no de manera poética sino funcional. A esa especie de deícticos ficcionales, que nos insertan en el mundo representado, se suman una serie de motivos que son propios de ficciones occidentales y que, insertados en el mundo andino, logran que temas como el discurso del elegido, el espionaje, las intrigas palaciegas y el amor romántico no correspondido sirvan para decodificar los últimos años del incanato a los ojos de un lector moderno.

Es problemático asumir que los funcionarios incaicos tenían frases secretas para reconocerse mutuamente como ¿qué le dice el agua al acueducto?, guíame pero no interrumpas mi camino. No obstante, este recurso funciona durante la mayor parte de la novela y permite que la ficción haga lo suyo: develar aspectos cognoscitivos sustanciales a partir de un ordenamiento estético sugerente y efectivo. Así podemos entender las razones que ocasionaron la derrota del imperio incaico y la sempiterna multiculturalidad que ha existido en esta tierra incluso antes de la llegada de los españoles.  La recreación del enfrentamiento entre fuerzas “progresistas”, quienes deseaban reformas que disminuyan las diferencias entre clases, y “reaccionarias” que querían conservar sus privilegios dentro del incario es un tema fundamental. Podríamos decir que es el verdadero “asunto” detrás de la anécdota (la posible liberación de Athaualpa), pues permite entender el conflicto multicultural y el colapso del Incanato. Obviamente, un mundo ficcional representado no se sostiene sin protagonistas que vivan los hechos, y aquí Chalco Chima, Inti Palla y el propio Yunpacha nos regalan imágenes sugerentes que reconfortan el corazón y al mismo tiempo iluminan nuestro pasado.



No esta demás recalcar que el equilibrio (el cual se conserva durante la mayor parte de la novela) entre los distintos aspectos que acabamos de perfilar evidencia un trabajo inmenso. Esto convierte a El espía del Inca en una pieza importante de nuestra literatura, muy superior a los últimos “best sellers” peruanos. El problema es que ese equilibrio no se pudo mantener todo el relato. El diálogo armónico entre la actualización y puesta en valor espectacular de un momento histórico crucial a través de motivos contemporáneos y el correcto trabajo ficcional de temas históricos a través de personajes atractivos y verosímiles no resiste toda la historia. Por eso, percibimos que ciertos pasajes no aportan a la construcción de los personajes y otros develan inconsistencias respecto de motivaciones previas. Es como si conforme avanzaran los hechos, se fuera perdiendo cierta solemnidad, y esos “recursos espectaculares” se hicieran más evidentes. Esto ocasiona, indefectiblemente, que los personajes (entre ellos Atahualpa y Yunpacha) se desdibujen y sus acciones, hacia el final, justo en el momento más importante, pierdan verosimilitud y por lo tanto atractivo.