domingo, 7 de junio de 2015

NOSOTROS LOS BURÓCRATAS

Nosotros los burócratas, escrita por Delfina Paredes en 1979, culminó hace poco su temporada en el teatro de la Asociación de Artistas Aficionados. Esta obra, que ganó un importante premio en 1980, no había sido estrenada, hasta la actualidad. A su nieto, Martín Velásquez, director de la obra, le debemos el rescate de esta pieza teatral que, por la fecha de composición, el tema que aborda y la dramaturgia en general, es vital para nuestra tradición dramática. No es difícil adivinar por qué pasaron más de 30 años para su estreno. Una obra decididamente contestataria, que critica el sistema laboral, resultaba una broma de mal gusto en aquellos años. Sin embargo, creemos que esa no es la razón principal, sino su profunda complejidad: propone distintos niveles dramáticos, requiere varios actores en escena y cada personaje es complejo. 


La estructura meta-dramática es lo primero que convoca al espectador y captura su atención. La representación no quiebra la cuarta pared, solo crea la ilusión de que lo hace. A pocos minutos de iniciada la función, un “espectador” sube a escena y propone un cambio en la representación. Esto provoca desconcierto entre los personajes e incluso demanda la presencia del “director”. Finalmente deciden acceder al pedido: poder conocer la verdadera vida de los personajes y no solo su rutinaria actividad en el ministerio. Así, se crean dos niveles en la representación. Estamos ante trabajadores del ministerio que actuarán para nosotros. Y si ahora podremos ver parte de su vida fuera de la oficina, esto es solo una licencia, un cambio en la representación original. Esto provoca una atractiva incertidumbre que es vital durante toda la puesta en escena. Por momentos, olvidamos que los personajes están “actuando” dentro de la propia obra. 


Cuando podemos conocer la vida de cada personaje, accedemos a su subjetividad. Entonces, todo concepto exterior que buscara la homogenización queda disuelto. En palabras pasadas de moda: se ataca la enajenación que pretende instaurar la fuerza de trabajo. Todos los estereotipos se rompen. Ricardo, el playboy del ministerio, en realidad es una persona insegura que solo busca llenar un vacío; Arturo, el sobón del jefe, es el único sostén de una familia de inmigrantes que no ha logrado insertarse a la vida en la ciudad. Y así, sucesivamente, cada personaje revela una faceta que lo singulariza. Sin embargo, existe algo que todos tienen en común: necesitan el trabajo para sobrevivir.


Recientemente se ha decretado una ley de despidos masivos, así que algunos trabajadores tienen los días contados. ¿Cada uno debe velar por sí mismo o deben formar un comité para defender sus derechos? Esta pregunta, conforme se acerca el final, es cada vez más perturbadora. ¿Quiénes recibirán los sobres de despido? Es imposible saberlo. Generalmente, al abordar temas sociales se comete el error de caer en el sentimentalismo extremo o en posturas paternalistas e inmaculadas. En Nosotros los burócratas esto no sucede debido, entre otras razones, a la correcta composición de cada personaje. Por ejemplo, si bien se podría considerar al conserje como la encarnación del proletariado (¡salud!). Ya que es considerado el “alma del ministerio” por sus compañeros. Él no encarna el compromiso consecuente: «Como vamos a estar nosotros los pobres tratando de protestar», le dice a su hija. Otro ejemplo es la empleada más progresista (¡salud!), que apuesta por la sindicalización (¡salud!). Ella es la única que no representa su vida fuera del ministerio, durante toda la representación es parca y práctica, justa pero fría… solo al final revela toda su indignación en el único monólogo extenso de toda la obra. 

Quizás el único punto bajo fue la entrada de la vendedora de cosméticos hacia el final. El personaje lució impostado, además no era necesario. La caracterización de Ricardo, el playpoy, a quien ella le viene a cobrar, estaba acabada. A excepción de lo referido, todas las interpretaciones fueron correctas, lamentamos no analizarlas en detalle. Estamos seguros que Herbert Corimanya, Franco Iza, Rocío Montesinos, Miriam Guevara, Fabio Portocarrero, Emily Yacarini, Franccesca Vargar, David Huamán, Paola Chacaltana y Omar Velásquez tendrán más actuaciones destacadas en el futuro.