jueves, 23 de octubre de 2014

SOBRE LOBOS


Hace poco terminó la temporada de Sobre lobos, obra escrita y dirigida por Mariana Silva Yrigoyen, en la que actuaron Gisella Ponce de León, Lilia Nieto y Gerardo García. Esta obra nació de Sala de Parto del Teatro La Plaza; concurso que premia, cada año, a dramaturgos nacionales. Sobre lobos es muy atractiva, y tiene varios méritos y muchos matices; como un capullo, se abrió, poco a poco, ante nosotros. Para Mario Vargas Llosa escribir ficciones, leerlas, o ir a verlas es un acto de protesta contra la mediocridad de la vida. A través de la ficción escapamos, momentáneamente, de la prisión de la realidad. Y luego, regresamos a ella, mucho más rebeldes, inconformes ante la omnívora injusticia.



Resulta muy interesante, tomando en cuenta estas reflexiones, analizar la obra de Mariana Silva. Cómo podemos aprender sobre la vida y la esperanza a través de una historia que nos cuenta lo más cruel y sórdido de nuestra realidad. Para Vargas Llosa logramos esto si construimos una historia rica, profunda y compleja, donde la forma y las técnicas sean lo primordial. Consideramos que Sobre Lobos ejemplificó estos planteamientos del nobel. Julia (Gisela Ponce de León) es una joven correctora de estilo que ha sido violada (dato que permanece oculto, aunque no sea difícil de adivinar), que busca recluirse y para eso alquila una habitación a Gloria (Lilian Nieto), una vedette retirada que lucha para conservar su casa en Miraflores, último blasón de su pasado glorioso y su ascenso social.   

El principal motor de la obra es el descubrimiento de la personalidad y la verdad oculta de ambas protagonistas. Mariana Silva logra un bello contrapunteo entre ambos personajes. Se maneja la información, la intensidad y los silencios dramáticos de manera muy productiva e interesante. Pero el principal mérito radica en el texto y la construcción de los personajes. Mariana Silva ha construido su propio mito para esta historia. Así, luego de ver la puesta en escena la palabra “lobo” adquiere nuevos significados, y descubrimos que el título: Sobre lobos, hace alusión a los animales que viven en manada, para sanarse y protegerse. Julia y Gloria son lobos, el título del drama se refiere a ellas; pues cada una descubre el mundo interior de la otra, dejan la individualidad (gobernada por el dolor) y se convierten en manada, en familia. 


Pero para extraer una lección de esperanza de la realidad cotidiana no basta un adecuado manejo simbólico de la historia; es necesario enriquecer el mundo real. Si los personajes solo sobreviven a través de datos escondidos o en función de dicotomías evidentes, bien podríamos buscar lecciones de vida en los programas dominicales. Para que un drama nos contagie rebeldía y ganas de vivir, los personajes deben ser tridimensionales, no se deben agotar en características superficiales. En Sobre Lobos tenemos, al menos, dos ejemplos de este tipo de personajes.  Debido a que la ficción condensa la vida, de igual manera los personajes deben condensar al ser humano, recrear toda su escabrosa profundidad solar. Estaremos más cerca de la verdad psicológica y dramática del personaje, mientras más nos alejemos de todo arquetipo preconcebido. Por eso, como afirma Lilia Nieto, la construcción de este tipo de personajes es un acto de valentía: el actor debe «atreverse a descubrir la verdad del personaje».    

 * La cita de Lilia Nieto y algunas reflexiones son tomadas de la sesión de Escuela de Espectadores en la que se comentó esta obra.