Hace poco terminó la temporada de
Sobre lobos, obra escrita y dirigida
por Mariana Silva Yrigoyen, en la que actuaron Gisella Ponce de León, Lilia
Nieto y Gerardo García. Esta obra nació de Sala de Parto del Teatro La Plaza; concurso
que premia, cada año, a dramaturgos nacionales. Sobre lobos es muy atractiva, y tiene varios méritos y muchos
matices; como un capullo, se abrió, poco a poco, ante nosotros. Para Mario
Vargas Llosa escribir ficciones, leerlas, o ir a verlas es un acto de protesta
contra la mediocridad de la vida. A través de la ficción escapamos,
momentáneamente, de la prisión de la realidad. Y luego, regresamos a ella,
mucho más rebeldes, inconformes ante la omnívora injusticia.
Resulta muy interesante, tomando
en cuenta estas reflexiones, analizar la obra de Mariana Silva. Cómo podemos
aprender sobre la vida y la esperanza a través de una historia que nos cuenta
lo más cruel y sórdido de nuestra realidad. Para Vargas Llosa logramos esto si
construimos una historia rica, profunda y compleja, donde la forma y las
técnicas sean lo primordial. Consideramos que Sobre Lobos ejemplificó estos planteamientos del nobel. Julia
(Gisela Ponce de León) es una joven correctora de estilo que ha sido violada
(dato que permanece oculto, aunque no sea difícil de adivinar), que busca
recluirse y para eso alquila una habitación a Gloria (Lilian Nieto), una vedette
retirada que lucha para conservar su casa en Miraflores, último blasón de su pasado
glorioso y su ascenso social.
El principal motor de la obra es
el descubrimiento de la personalidad y la verdad oculta de ambas protagonistas.
Mariana Silva logra un bello contrapunteo entre ambos personajes. Se maneja la
información, la intensidad y los silencios dramáticos de manera muy productiva
e interesante. Pero el principal mérito radica en el texto y la construcción de
los personajes. Mariana Silva ha construido su propio mito para esta historia.
Así, luego de ver la puesta en escena la palabra “lobo” adquiere nuevos
significados, y descubrimos que el título: Sobre
lobos, hace alusión a los animales que viven en manada, para sanarse y
protegerse. Julia y Gloria son lobos, el título del drama se refiere a ellas;
pues cada una descubre el mundo interior de la otra, dejan la individualidad
(gobernada por el dolor) y se convierten en manada, en familia.
Pero para extraer una lección de
esperanza de la realidad cotidiana no basta un adecuado manejo simbólico de la
historia; es necesario enriquecer el mundo real. Si los personajes solo
sobreviven a través de datos escondidos o en función de dicotomías
evidentes, bien podríamos buscar lecciones de vida en los programas
dominicales. Para que un drama nos contagie rebeldía y ganas de vivir, los
personajes deben ser tridimensionales, no se deben agotar en características
superficiales. En Sobre Lobos tenemos,
al menos, dos ejemplos de este tipo de personajes. Debido a que la ficción condensa
la vida, de igual manera los personajes deben condensar al ser humano, recrear
toda su escabrosa profundidad solar. Estaremos más
cerca de la verdad psicológica y dramática del personaje, mientras más nos
alejemos de todo arquetipo preconcebido. Por eso, como afirma Lilia Nieto, la
construcción de este tipo de personajes es un acto de valentía: el actor debe «atreverse
a descubrir la verdad del personaje».
* La cita de Lilia Nieto y algunas reflexiones son tomadas de la sesión de Escuela de Espectadores en la que se comentó esta obra.
* La cita de Lilia Nieto y algunas reflexiones son tomadas de la sesión de Escuela de Espectadores en la que se comentó esta obra.
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