miércoles, 13 de diciembre de 2017

LA PARED

Hace unas semanas, se presentó en la casa Laramamango la obra La pared del colectivo Mb2, Centro para la experimentación de las artes de Arica. Las fotos y los videos promocionales anticipaban una obra no tradicional, donde la performance y los desplazamientos ocuparían un rol protagónico; y efectivamente esa fue la propuesta. Un grupo de actores, todos pintados de blanco, pero conservando cada uno su subjetividad; nos contaban, con sus cuerpos, una historia de opresión, en un tono épico comandado por la percusión de una batería.


Estos son nuestros sueños “en el quimérico intento de avanzar”. “Yo soy tú y no quiero esto para ti”. Los pocos textos hacían alusión a una lucha entre opresor y oprimidos, entre ortodoxia y heterodoxia, entre seguir una doctrina o buscar tu propio camino. Pero más que una representación textual esta obra fue una presentación convivial (en términos de Dubatti). El lenguaje, la ficción y el texto no ocupaban el centro. La acción dramática se expresaba a través de una fusión entre la performance de los actores y la partitura musical proporcionada por el instrumento (batería).    

Así, La pared propone un teatro performativo, y es un claro ejemplo de teatro postdramático; ya que el hecho teatral no se sitúa en el texto, sino que se desplaza al conjunto total de la puesta en escena. Si nos alejamos de la ficción, que está comandada por el texto, también nos alejamos de la catarsis aristotélica. No estamos ante un teatro mimético representacional. Tampoco creo que podamos pensar que un teatro de este tipo produzca el efecto de distanciamiento brechtiano. Entonces, ¿cuál es el efecto que produce el teatro postdramático en el espectador? 


Cuando se explora los límites de la representación, se debe subvertir el poder simbólico de la palabra. En La pared la palabra queda relegada a un segundo plano por la música y la expresión corporal. Sin embargo, poco a poco, conforme la obra avanza, esta opta por un sentido más teleológico, ciertos personajes van adquiriendo más protagonismo que otros y vamos comprendiendo mejor una “historia” que nos quieren contar. En ese momento, la propuesta inicial se termina; la completa ruptura de la representación se acaba. No estamos seguros si esto contribuye o no a la puesta en escena. El teatro posdramático es una presencia no es una historia. Apela a lo sensorial, lo emocional y lo físico. No se trata de escuchar un texto o de colegir una historia, sino de entrar en un momento que propugne algo en un plano ontológico distinto al de la razón.

Creemos que el colectivo Mb2 debe elegir un camino y apostar todo en él. Es evidente que existe una propuesta sólida y las herramientas suficientes para crear un teatro de vanguardia (que vaya adelante y comande el desarrollo teatral). Por lo demás, por este tipo de propuestas y por toda su interesante y denodada labor, no es pretensioso decir que la casa Laramamango es el principal núcleo cultural de la ciudad de Tacna. ¡Salud, felicitaciones y larga vida!