domingo, 4 de octubre de 2015

EDITH PIAF


Probablemente, el nivel de producción de Piaf no tenga precedentes en el teatro limeño. En una excelente entrevista del portal “Lima en Escena”, Patricia Barreto (Edith Piaf) comenta: «Investigué todos los detalles sobre la vida de Edith Piaf. Viajé a Francia. Estuve en París y armé una ruta de lugares por los cuales Edith transitó. Su casa, los espacios en donde cantó. Me entrevisté con una serie de personalidades que la conocieron. Escuché todas sus canciones. Investigué cómo las cantó y por qué las interpretó. Averigüé sobre sus acciones, sus gustos, sus movimientos y actitudes para realizar una interpretación más cercana al personaje».


Era obvio que debía existir un gran trabajo de investigación detrás de esta puesta en escena. La interpretación de Patricia –especialmente cuando la escuchamos cantar− rebasa cualquier expectativa. Y si al inicio dudamos que alcance el nivel esperado, quizás sea porque una Piaf adolescente y totalmente mundana es demasiado extraña para nosotros. Pero en las escenas siguientes la actuación se consolida; la personalidad desgarradora y potencia arrolladora de Piaf van cobrando forma; y llegamos a sentir la crueldad del destino; la resistencia de la vida, que parecía no estar preparada para el éxito absoluto de Piaf.  

Pero en la obra dirigida por Joaquín Vargas hay otra gran protagonista. Sabemos, y Piaf es una muestra de ello, que todos los elementos teatrales, y no solo la interpretación y los parlamentos, tienen la capacidad de crear significación. En este caso, la iluminación permite que algunas escenas adquieran un tono épico, debido al manejo de claroscuros; proyecta sombras que generan una especie de densidad temporal en ciertos personajes; e, incluso, ayuda a manejar mejor el suspenso. En la línea de este último recurso también se aplica la técnica cinematográfica slow motion, quizás no de manera efectiva; pero sí, sugerente y atractiva.  
  

Finalmente, la tormentosa vida de la cantante francesa plantea dos preguntas: «¿De qué fibra está hecho el ser humano? ¿Dónde encuentra la fuerza una mujer como Piaf?» Evidentemente, solo la segunda pregunta es pertinente. Piaf fue una mujer fuera de serie. Su libertad y poder transgresor no tenían límites. Sin embargo, no se bastaba a sí misma. Su fuerza dependía de la necesidad de un amor que todo lo consuma, y su vida estuvo llena de excesos; sin embargo, a pesar de todo, alcanzó el éxito absoluto. Tenía las cualidades para convertirse en una de las más grandes artistas del mundo, y lo hizo. ¿Cómo lo logro? ¿La genialidad termina cuando la pasión y el frenesí escapan del control del artista; o, justo cuando esto sucede es que estamos ante el verdadero genio artístico? Edith Piaf vivió sin que su alma se detenga en ningún programa, sin que su fuerza incontrolable quedara reducida, sin traicionar su verdad jamás. Esta obra no solo le rinde tributo a ella; también es un homenaje a muchas mujeres que jamás concederían duda alguna sobre la entera verdad de su alma.