jueves, 7 de agosto de 2014

DESDE AFUERA


 
Hace poco, el colectivo “No tengo miedo” presentó la obra de teatro testimonial Desde afuera. Construcción dramática de las experiencias de vida de cinco miembros de la comunidad LGTB. Su objetivo fue claramente político: contar las vidas de Enrique, Malú, Marco, Mary Ann y Yefri; y, entonces, con la ayuda de sus testimonios, crear una conexión especial con el espectador, educarlo e involucrarlo. Develar las injusticias de la sociedad discriminadora en la que vivimos. A pesar de que este género ya ha sido utilizado por otros dramaturgos; la obra en cuestión aporta nuevas características al desarrollo del género en nuestro paísDesde afuera es la respuesta a un contexto social determinado; por eso, es un diálogo, en todo sentido. Es un diálogo con la sociedad que la creó y a la intenta transformar; es una respuesta a hechos políticos concretos y específicos; y, además, la obra es en sí misma un diálogo entre cinco actores que cuentan su verdad al público. 


Quizás, por eso, esta obra se presenta como un proceso. En donde cada actor va construyendo su testimonio a través de la performance y el diálogo orquestados. Aquí, el efecto estético depende del puente emotivo que se construye entre cada actor y el público. Leonor Estrada, directora adjunta, refiere al respecto: «La obra proviene del ensamble, de guiar la compresión del espectador, de pensar cómo manejar la emoción del espectador». La obra busca crear una conexión especial con el público. Por esa conexión escenas aparentemente “simples” pueden tener tanto efecto estético. Cuando Yefri baila el bolero Espérame en el cielo, la carga emocional de la sala, que se origina a partir del contacto vital con las experiencias desgarradoras del otro, es tan poderosa, que la escena adquiere un carácter estético profundo: sublime. 





Como vemos el género de teatro testimonial aporta características propias a la representación de una obra dramática. Es una respuesta a coyunturas reales específicas, crea una conexión singular con el público, y su naturaleza es eminentemente dialógica. Pero existe una característica mucho más relevante aún. Al recoger testimonios verídicos de protagonistas verídicos, construye memoria a través del teatro. Al decir memoria no estamos hablando de la interpretación de hechos pretéritos –los cuales ya están fijados en libros y documentos–; estamos hablando de la creación de una memoria viva que dialoga con su tiempo y da cuenta de él. Desde afuera construye la memoria colectiva de la comunidad LGTB.    


Sin duda, esta obra es un claro síntoma de la transformación que está sufriendo nuestra sociedad. El arte finalmente (o nuevamente) está cumpliendo con su papel: ser un agitador de conciencias. Los que pensábamos que los derechos LGTB eran un tema superficial, atendible pero no prioritario; estábamos equivocados. Las sociedades cambian y las grandes injusticias históricas sobre las que se ha construido este país deben ser resueltas desde la acción concreta. Para lograr esto, la principal herramienta es el arte. Desde afuera lo demuestra y se ubica a la vanguardia de esta larga lucha por la igualdad en nuestro país.

* La cita de Leonor Estrada y algunas reflexiones son tomadas de la sesión de Escuela de Espectadores en la que se comentó la obra en cuestión.

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