Es muy importante que cada día surjan más grupos teatrales; pues
esto da cuenta del crecimiento de la oferta cultural limeña. Todavía nos falta
mucho para alcanzar a otras capitales latinoamericanas, no solo en oferta
cultural, también en producción crítica y difusión de conocimiento. La
producción artística, crítica y teórica ligada al ámbito del espectáculo –oferta cultural– en ciudades como México D. F. o
Buenos Aires es increíblemente superior a la nuestra. Por ello, es bueno que
nazcan nuevos grupos teatrales. Pero es todavía mejor que estos nuevos grupos
nazcan con una propuesta artística coherente y sólida.
Creemos que este es el caso de la Asociación cultural «La Zíngara». Grupo
teatral que nos sorprendió con su Fausto,
sin duda, una notable carta de presentación. Y que ahora se consolida como uno
de los grupos de teatro más interesantes con Sueño de una noche de verano. «La Zíngara» quiere presentar obras maestras al
público. Para ello, siguiendo las enseñanzas de Peter Brook, renueva y actualiza
a los clásicos, apostando por el espectáculo y un trabajo actoral completo. Que
se tenga un enfoque claro y definido es más que valioso. Pues al especializarse
en un tipo de obras pueden ir mejorando su propuesta, perfeccionando su arte,
entrega tras entrega.
Como dijimos nuestra oferta cultural es incipiente. Uno de
los elementos para que adquiera madurez es pasar de la especulación general a
la especialización. Esto es saludable para el público. Es un aliciente para el
resto de la producción teatral limeña. Y obliga a los críticos a indagar: ¿Cómo
adaptar clásicos en nuestro tiempo?, ¿será el espectáculo total la manera ideal
de que un clásico cobre vida para el público actual? En suma, lo que queremos
resaltar es la importancia de tener una Propuesta. Pese a que todos deseamos
que la cultura llegue cada vez a más personas. No se trata de presentar obras
porque se le antojo a tal o cual director. No debemos dejarnos llevar por el
libre flujo del mercado cultural. Cuando se tiene un proyecto mayor los aportes
son mucho más interesantes y perdurables.
Luego de este largo pero necesario paréntesis hablemos de Sueño de una noche de verano, adaptada
por «La Zíngara» y dirigida por Vera Castaño. Lo
primero que llama la atención es la disposición longitudinal del escenario;
este tiene dos espacios separados por una rampa (que sirve para agilizar la
obra); por lo tanto, tenemos dos niveles: el primero más alto y profundo que el
segundo. Esto es clave para la creación de los espacios presentes en la obra:
la selva amazónica y la ciudad. Así, la escenografía cumple con su función
prioritaria: los espacios aludidos están claramente delimitados, en ningún
momento existe una confusión; en esta tarea también ayudan la música y la iluminación. De todas maneras
conviene mencionar que, cuando nos enfrentamos a grandes producciones, es
necesario un diseño arquitectónico de escenografía. De todas las artes
plásticas quizás la que más influya en el teatro (arte temporal) sea la
arquitectura, la cual se encarga del manejo simbólico, artístico y eficiente
del espacio. Por ello, siempre es relevante la opinión de especialistas en esta
área. Los cuales, a la sazón, se deben estar formando, sobre todo en este momento que la
oferta cultural (teatro y cine) crece a pasos agigantados.
En
segundo lugar están las actuaciones y la adaptación. Peter Brook dijo alguna
vez: «de nada sirve gritar antes de comprender». Y es que pese a que hay
actuaciones muy solventes como la de Julia Thays en el papel de Titania o las de
los cuatro jóvenes actores (cinco si sumamos a Carlos Casella en el papel de Bottom)
que encarnan a Lisandro (Bruno Espejo), Hermia (Alejandra Borouncle), Demetrio
(Sebastián Ramos) y Helena (Silvia Tomotaki); hay otras actuaciones que opacan
la obra. Teseo (Manuel Lassús) e Hipólita (Leslie Guillén) se compenetran con
la obra solo en el último acto. Pero este es un punto débil de toda la
representación. Las tres líneas argumentales: Teseo e Hipólita; Oberón y
Titania; y Lisandro, Hermia, Demetrio y Helena no están completamente
engarzadas. Por eso, si bien las tres historias hablan del amor, en distintas
facetas y niveles, este vínculo no pudo ser apreciado. Quizás la actuación más
destacada sea la de Alejandra Borouncle, ya que pasa del registro dramático al
cómico con mucha solvencia, brindándonos una Hermia sabrosa y atractiva.
Evidentemente,
las deficiencias en la representación son responsabilidad de los actores y de
la directora. Creemos que hace falta marcar la diferencia entre carácter y
caracterización. Solo el actor que accede al carácter del personaje podrá
realizar una correcta representación. Y solo accedemos al carácter analizando,
evaluando e interiorizando las decisiones que toma el personaje. La
caracterización son todas las cualidades visibles del personaje, tanto externas
como internas; pero el carácter es esa razón de ser del personaje, su
verdadera naturaleza. En cuanto a la adaptación todo funciona perfectamente: la
obra se instala en la selva amazónica peruana. El juego con los referentes
locales, la música y el manejo de la dicotomía civilización (destrucción)-
naturaleza (vida) funcionan y son atractivos.
En
resumen, Sueño de una noche de verano
de Vera Castaño y «La Zíngara» es una obra que nos deja mucho y abre nuevos
caminos. Presenta a jóvenes actores brillantes, prueba que las grandes
producciones no son exclusivas de las empresas teatrales; y, sobre todo, deja
en claro que están naciendo grupos teatrales con proyectos sólidos e interesantes.
Me excuso por la extensión pero tratándose de un clásico era necesario.
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