Desde su estreno, Katrina Kunetsova y el clítoris gigante
– obra escrita y dirigida por Patricia Romero y ganadora del Festival Sala de
Parto 2013− ha tenido un contundente éxito; cuenta con dos temporadas (Teatro
de la Alianza Francesa y Teatro Ricardo Palma); además, ha sido repuesta en
funciones ocasionales, y dentro de poco viajarán a Argentina, a un festival
internacional. Así que no podíamos perdernos la oportunidad de ir a verla
en el Festival Sala de Parto 2015, convocado por el Teatro La Plaza.
Creemos que esta obra cautiva al espectador
porque aprovecha al máximo todos las ventajas que ofrece el teatro mimético
representacional. Atendiendo a lo dicho, lo más importante es el argumento: Una
actriz porno ha decido dejar de trabajar; quiere pasar el resto de su vida a
orillas del mar y en compañía del ser amado. Luego, la estructura
–disposición de las escenas− es sencilla; los quiebres y los matices necesarios
nacen de la dramaturgia depurada y atractiva. A su vez, la metáfora certera, por lo
desenfada y cruda, lleva a un límite extremo el juego con el cuerpo de la
protagonista, y deja un positivo y contundente mensaje final. Por último, estamos
ante una obra de contrastes; por ejemplo: a la vez que somos testigos de un mundo perverso, asistimos al milagro de San Juan de Nepomuceno, santo patrono de
Praga, que acude al llamado de Katrina.
La última característica es, sin
duda, la más relevante. Trataremos de analizar algunos detalles al respecto. El objetivo de
Katrina es dejar el mundo de la pornografía. Para lograrlo, cree que necesita
un compañero; quizás, por eso, la búsqueda del amor la lleva a límites
luctuosos. Katrina es dulce, encantadora, tiene un alma transparente, cree en
las señales, en los milagros. Quizás por eso, desea encontrar el
amor con tanto fervor, no importa que al hacerlo, se destruya a sí misma. Estos
matices extremos nos cautivan. Nos apasiona conocer a una estrella porno que quiera
conocer el mar, dejarlo todo –felaciones, mamadas, orgías, sadomasoquismo− y
enamorarse con locura penitente como la mujer más piadosa, devota y
desamparada.
Obviamente, estamos ante una obra de personaje. Es difícil imaginar que otra actriz y no Kareen Spano pudiera haber interpretado a Katrina Kunetsova. Cuando ella se para frente al público, en el centro del escenario y relata su historia, mirándonos con ternura; su voz acaramelada, sus movimientos acompasados, el triste brillo de sus ojos, nos cautivan; y la comprendemos, aceptamos su desamparada personalidad. Aceptamos que es una estrella porno que anhela cambiar su vida y conocer “el principio del amor, el origen de todo lo demás”. También existen claras oposiciones en cada personaje masculino. Estas añaden matices jocosos, perversos, misteriosos, que acompañan el sugerente universo que crea este inolvidable personaje antológico: Katrina Kunetsova.
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