I
El reciente libro Humanidades
digitales del profesor Miguel Ángel Huamán es una invitación a pensar,
desde el contexto de la pandemia, cuestiones pedagógicas, políticas y
literarias. Ello desde un horizonte humanista que ve en la educación y la razón
critica una posibilidad de emancipación. En el libro existen aproximaciones
fundamentales para toda persona interesada en la literatura y las humanidades;
pero inscritas y asociadas al mundo educativo telemático, el cual se encuentra
en plena vigencia. Así, son de un orden sustancial artículos como “El lenguaje
como cognición”, “El lenguaje como cultura”, “¿Hay evolución en la literatura?”
y “¿Cuán científica es la crítica literaria?”. Las ideas vertidas en estos
textos son fundamentales para cualquier profesor de comunicación y literatura porque
tratan conceptos teóricos y pedagógicos fundamentales y vigentes que son muy
útiles si se quiere estar a la vanguardia en la práctica humanista y pedagógica.
El humanismo expresado en los textos de Huamán es un punto
de partida fundamental para entender el presente y el futuro del proyecto
humanista, fraguado durante la modernidad, que ahora está sufriendo una
reconfiguración total. No se puede pensar el posthumanismo, si no entendemos el
lenguaje como cognición y como cultura. La nueva relación que el ser humano está
construyendo con la técnica y el mundo tecnológico (infoesfera) nos obliga a
pensar en un nuevo tipo de intersubjetividad; y, por lo tanto, en nuevos tipos
de ética y moralidad que superen el determinismo moderno. Las ideas modernas
nos conducen a una sustanciación, sea positiva o negativa, del ser humano que
impide pensar el posthumanismo inminente que se aproxima. Pero no podremos
entendernos inmersos en la inteligencia artificial y la hiperconectividad, si
no nos deshacemos de la idea del mundo como representación, es decir, si no
superamos la idea de que el lenguaje representa al mundo. Como plantea Huamán, se
debe entender el lenguaje como cognición, es decir, debemos pensar el lenguaje
como una “acción discursiva”, que remite siempre “al orden dialógico”, “al
orden de la interacción social”, basada en el reconocimiento mutuo. Solo entendiendo
el lenguaje de esta manera tendremos espacio para lo indeterminado, de manera
que podamos escapar de la tiranía de los datos, la nueva religión creada en Silicon Valley.
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