jueves, 21 de julio de 2016

LA MULTITUD

«No existe otro país que pueda reivindicar una civilización tan continuada en el tiempo ni un vínculo tan estrecho con su antiguo pasado…»
Henry Kissinger

La velocidad extrema los medios de comunicación y la información casi infinita almacenada en la red condenan al mundo artístico y cultural a depender del marketing. En otra época, algunos acontecimientos culturales adquirían cierto cariz noble y aristocrático –en el sentido de refinado y distinguido−, y eran importantes por lo que representaban, sin embargo eso se ha extinguido por completo. Por eso, el estreno de La multitud, escrita por el dramaturgo chino Nick Rongjun Yu y dirigida por Marissa Béjar, pasó por la cartelera como cualquier otra obra teatral. Cuando fue el estreno mundial de Yu en el idioma español y la primera vez que vemos una dramaturgia contemporánea china en el Perú.


Nuestro aporta consistirá en describir algunas características de esta obra, las cuales son radicalmente diferentes a las del teatro occidental. La multitud nos narra la historia de la venganza de Wang Guoqing («Yo soy como el polvo que revolotea en la luz y que nunca se asienta»). Los sucesos se inician durante la Revolución cultural china, donde su madre es asesinada por Ding Jianguo y continúan hasta la actualidad, en la llamada apertura de China al mundo. El elenco estuvo conformado por Victor Prada, María Angélica Vega, Maríajose Vega, Oscar Carillo, Anneliese Fiedler y Claret Quea. Estamos ante actores de primerísimo nivel, a pesar de esto nunca notamos que alguno se destaque; si Wang Guoqing es el protagonista, pareciera que esto solo se refleja a nivel de la historia. La profundidad de la obra no radica en la construcción de los personajes, sino en el multi-perspectivismo con el que se construyen las escenas y todo el montaje en general.    

Estamos ante juego simbólico, por lo menos, novedoso, las alegorías se manejan de manera distinta a la que estamos acostumbrados. Aquí podemos mencionar, como acotación, que el lenguaje chino tiene aforismos que tienen siglos de antigüedad y que aún son reconocidos plenamente en el habla cotidiana. En todo el trabajo simbólico de la obra no se percibe una intención teleológica explícita, las figuras y alegorías –cuervos, nubes, multitud, lluvia, árbol, ciudad− simplemente son, están allí. En vez del tufo pedagógico que esconde explícita o implícitamente casi todo el teatro occidental, se percibe algo que podríamos llamar un sentido aleccionador. Cuando un director de nuestro medio dice: la intención de nuestra obra no es dejar ningún mensaje… esto raramente se cumple o se puede cumplir. El teatro occidental tiene una carga pedagógica inherente.


Para finalizar algunos apuntes acerca del multi-perspectivismo. Este no solo se refiere a personajes, quizás las escenas más atractivas y bellas son narradas desde el punto de vista de las nubes, de un árbol, de los cuervos. La narración y el diálogo se combinan de manera constante durante toda la obra, y las acotaciones forman parte del parlamento de los actores. Nunca existe un solo punto de vista; personajes, objetos y animales cuentan alternadamente la historia. Los cambios de perspectiva son constantes, se convierten en la regla, dejan de ser la excepción. A todo esto se suma un juego coreográfico, luminotécnico y audiovisual que crea un mundo sugerente y apacible. Nos acercamos a la violencia desde otra sensibilidad. Por ejemplo, una escena relata un combate entre tanques blindados a través de un lenguaje lúdico y paradojal, que trivializa la violencia. El enfrentamiento pierde su tono severo y épico y adquiere uno festivo y jocoso.

Agradecemos el estreno de La multitud porque nos permitió experimentar otro tipo de teatro. Es una excelente noticia que el Instituto Confucio de la PUCP tenga planeado continuar montando dramaturgia china contemporánea. Ahora hemos hablado muy superficialmente de algunos elementos. En el futuro esperamos corroborar estas primeras intuiciones y continuar el acercamiento a ese otro mundo teatral.       


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