No me llames infiel, ¡oh, alma mía!
si te digo que tú misma eres Él
Rumi
(poeta místico musulmán)
Los
versos de este epígrafe podrían ser atribuidos también a un poeta cristiano.
Sin embargo, la diferencia es que el cristianismo occidental piensa desde la
dualidad: mente-alma; en cambio, un musulmán piensa desde la unidad del ser, que vive en consonancia indesligable con Alá. En occidente los
pensamientos psíquicos y los sentimientos están disociados de la parte espiritual,
somos, antes que nada, exclusivamente lo que pensamos. Los musulmanes creen en
la unidad del ser, la primera cualidad de su existencia psíquica y sensorial es
la Nada, el goce de la Nada y el reconocimiento de la unicidad de su ser con
Alá. Esa concepción es diametralmente opuesta al pienso luego existo occidental. De esta diferencia se deriva la
separación entre el Estado y la Iglesia en el mundo occidental y, por el
contrario, la fusión de los mismos en el mundo musulmán. No obstante, también
existen muchas similitudes entre el cristianismo y el islam. Ambas tradiciones
–el islam antes que el cristianismo– son herederas de las filosofías helénica y
griega, y ambas son orgullosas y triunfalistas, ya que creen poseer la verdad
revelada y ser responsables de esparcirla por el mundo.
Para
intentar comprender qué pasa por la mente de una persona que busca aniquilar a
todo aquel que no profese sus creencias, es necesario tener en cuenta los aspectos ontológicos descritos. Creoenunsolodios,
escrita por el italiano Stefano Massini, está muy lejos de lograr esto. Esta
obra nos relata la historia de tres mujeres que tienen un destino compartido en
el contexto de la guerra palestino-israelí. Shirin (Jely Reátigui), una joven
palestina que se inscribirá en un grupo político islamista; Edén (Urpi
Gibbons), una profesora israelí que sufre un atentado; y Mina (Karen Spano),
una soldado estadunidense. El texto de Massini, y esto se puede apreciar desde
el título de la obra, plantea un juego simbólico superficial: «En esta parte de
la tierra los dioses en persona hacen sonar las sirenas». Además, plantea una
somera discusión histórica que pone en evidencia las consabidas inconsistencias
del discurso de Occidente, representado por E.E.U.U. Pero, salvo el momento de
la iniciación de Shirin: «Es tu alma la que debe comprobarnos que eres fuerte»,
jamás podemos percibir que el autor tenga siquiera la intención de reflexionar
acerca de temas ontológicos relevantes. Se concluye que Creoenunsolodios no ayuda a desmitificar la idea que tenemos de los
musulmanes, ni comprender las razones por las cuales una parte del mundo
musulmán considera que los occidentales encarnan el mal en sí mismo.
Una manera simple de calificar la obra Creoenunsolodios es decir que es políticamente correcta. Desde mi perspectiva de análisis, ser políticamente correcto es negativo, ya que, en ese caso, cuestiones estratégicas de cualquier índole son más importantes que un análisis certero. Por mucho tiempo ser certero en vez de políticamente correcto ha sido un axioma dentro del mundo académico; sin embargo, ahora, en estos tiempos de acendrada subjetividad especulativa, parece que ya no es así. Algunos compañeros críticos de teatro consideran que no estoy suficientemente involucrado en el circuito teatral limeño. Creoenunsolodios recibió muchas opiniones favorables durante su temporada; por esa razón, al parecer, cualquier comentario desfavorable debiera ser morigerado para entrar en el diálogo correspondiente.
¿Alguien
podría pensar que cuando se dice: “esa obra de teatro es muy buena”, se ha
realizado un análisis riguroso de cada uno de sus elementos para determinar si
dicha obra cumplió con ciertos estándares requeridos? Si alguien dice que una
obra es buena es porque le ha gustado; y el gusto no se apoya en algo
cartesiano, no se apoya en elementos contingentes, sino que viene de más atrás,
como de una certidumbre intuitiva que poco tiene que ver con lo racional. Si
renunciamos por completo a las categorías metafóricas “bueno” y “malo” quedaríamos
atrapados por conceptos objetivos totalmente ajenos a la profunda sensibilidad
estética del ser mismo. Se sigue que el gusto se define a partir de un
entramado de elementos racionales y no racionales, dentro de los cuales se
incluyen aspectos éticos. Si una obra de teatro no nos hace comulgar con ella,
lo más probable es que fracase estéticamente. Es evidente que el arte no
transforma a las personas, pero también es evidente que los aspectos éticos
están directamente vinculados con la apreciación estética de una obra de arte.
Por
lo expuesto, Creoenunsolodios, a
grandes rasgos y debido casi exclusivamente al texto, es una obra de teatro
mala. A pesar de esto, tiene aciertos importantes, vinculados con la dirección,
a cargo de Nishme Súmar. Uno de ellos es el manejo de la estructura narrativa,
la cual mantiene atrapado al espectador y realza ciertos aspectos del texto. Por
otra parte, proponen seducirnos con imágenes sugestivas, a través de los
recursos audiovisuales y escenográficos del teatro de la Universidad del
Pacífico. Sin embargo, por la envergadura del tema, esto no resulta relevante. Siglos
de investigación teatral han demostrado que no es conveniente que el teatro
vuelva pasivos a los espectadores o, en otras palabras, que trate de
seducirlos. Un montaje teatral, en especial cuando se tratan temas tan elevados,
no debe decirte “yo se esto que tu ignoras”, debe decirte “tú y yo vamos a
explorar esto que ambos ignoramos”.
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